El diseñador Esteban Palazzo, de 39 años, toma una hoja y no tarda en dibujar un auto. Usa una de su cuaderno liso y con una lapicera común y corriente traza las primeras líneas.
Lo primero que dibuja son las ruedas. Insiste en que la clave está en las proporciones: el vehículo debe estar bien equilibrado para funcionar de manera correcta. Es fanático de los hypercars, así que decide añadirle una serie de elementos de aerodinámica: un alerón, los splitters delanteros y los faldones laterales. “Esas fueron las características que mejoraron el agarre del McLaren Senna”, dice.
Recuerda al pasar varias anécdotas vividas dentro de McLaren durante los 14 años en los que se desempeñó como diseñador: desde cómo conoció a Frank Stephenson a partir de una broma hasta el día que hizo emocionar a la familia de Ayrton Senna, la leyenda de la Fórmula 1, en Woking, Inglaterra. Todos capítulos dignos de una ficción.
Hoy Palazzo ya no forma parte de la estructura de la empresa británica y decidió comenzar un camino independiente con su emprendimiento Palazzo Design Nation, con el fin de trabajar para distintas marcas del mundo.
“Me sentí inmerso en una crisis, pero no con una connotación negativa, sino que sentía que era tiempo de un cambio. Era un momento para dejar fluir mi libertad creativa”, señala. Hoy tiene la mente puesta en priorizar sus creaciones y cautivar a la gente con diseños innovadores y creativos.
La pregunta es concreta: ¿cómo definiría toda su carrera a partir de cinco adjetivos? El diseñador se sorprende, piensa por un momento, y rápidamente empieza la enumeración: “Comprometida, difícil, emocionante, satisfactoria y…”, dice, y se queda en silencio. Intenta buscar un quinto adjetivo, pero continúa con la mano en el mentón.
Estira las piernas y sigue en la búsqueda de la quinta palabra que defina todo lo recorrido. El viaje interno de Palazzo está por comenzar.
1. “Comprometida”: la pasión por los autos nació desde niño
Esteban Palazzo tiene 18 años y una obsesión rara: los autos. Diseña todo tipo de vehículos, mezcla piezas de distintos modelos y hace bocetos en cualquier superficie. Da lo mismo una hoja A2, un cuaderno rayado o uno liso. Los trazos pueden ser de grafito o de tinta. Lo importante es imaginar y crear. En esas filminas, acumuladas desde hace años, se condensan sus ideas más personales. Es meticuloso, detallista, determinado, creativo y, sobre todo, curioso. Apenas comenzó la secundaria, empezó a asistir al taller de autos americanos de Noren Matthews para indagar en el mundo de la mecánica. Incluso le pidió a su profesor de arte, Adrián Avellaneda, que le enseñara algunas técnicas de dibujo para mejorar la calidad de sus diseños. Sus compañeros del secundario lo tildaban de obsesivo, soñador y un poco volado. Más de uno se rio de esa “fiebre automotriz” que parecía no tener fin. Al fin y al cabo, sólo hacía “autitos” que nunca se harían realidad. Aunque esa mirada no le interesaba demasiado al joven Palazzo. El futuro lo inquieta. Se inscribe en Ingeniería Mecánica en la Universidad Tecnológica Nacional, pero en este primer cuatrimestre siente que no es lo suyo. Él quiere diseñar autos. Esa es la meta. Husmeando en Internet, descubre la carrera de Diseño de Transporte. No sólo aprendería a diseñar, sino también a sumergirse en otras áreas del desarrollo de vehículos. El problema son los costos. Existen algunas opciones en Estados Unidos, pero los precios son altísimos e impagables para la familia de Palazzo. Europa presenta opciones más accesibles, aunque sigue implicando un gigantesco esfuerzo económico. El Instituto Europeo di Design (IED), un centro de enseñanza privada centrado en el diseño, las artes visuales y la comunicación, se presenta como una gran opción. Tiene sedes en Italia y España. Su padre Francisco, médico gastroenterólogo, le comenta que pronto viajará a Barcelona por un congreso y que podría acompañarlo para indagar más sobre el tema. De fondo empieza a sonar “Un velero llamado libertad”, de José Luis Perales, mientras Palazzo cierra los ojos e imagina a dónde lo llevará el viento.
2. “Difícil”: nada frustró las aspiraciones del tucumano
Palazzo enciende el motor. Sale de su casa y se pregunta si habrá tomado la decisión correcta. Ya se recibió de diseñador y está instalado en Barcelona, pero sus sueños automotrices aún parecen inalcanzables. “¿Habré hecho bien?”, se pregunta. Aunque el recuerdo de todos los diseños realizados hasta ese momento lo consuela. Sus experiencias laborales han sido pocas y breves. Pasó por el reconocido centro de diseño Italdesign, en donde trabajó en el interior de un tren, pero al no recibir remuneración decidió dejarlo. Luego se sumó a una empresa que colaboraba con Renault. Allí aprendió a modelar en arcilla y creyó que el sueño estaba cerca. Pero la crisis económica golpeó fuerte a toda Europa: recortes, despidos y otro palo en la rueda. Lo echaron junto a otros 30 empleados. Frena en el primer semáforo. Del rojo al verde hay una eternidad para pensar, para remover el baúl de los recuerdos. La necesidad económica no le dio muchas opciones. Se convirtió en freelancer: diseñaba jardines, piscinas, patios de casas… Todo menos autos. Por lo menos servía para ganarse unas monedas. Hace poco empezó a trabajar en una empresa de diseño de barcos. Es otro mundo, distinto a lo que soñó, pero le permite mantenerse en Europa. Su vida, en definitiva, se ha convertido en una carrera de resistencia. No dura 24 horas ni se corre en óvalos. Es un camino sinuoso, irregular, que lo obliga a avanzar, retroceder y tambalearse. El progreso del diseñador no es lineal, pero todavía mantiene firme el sueño de vivir del diseño de autos. El semáforo se pone en verde. La señal lo invita a avanzar. Palazzo aprieta el pedal y continúa. Todavía queda bastante por recorrer hasta llegar al estudio.
3. “Emocionante”: Una pequeña broma bastó para llegar a McLaren
Palazzo llega tarde a uno de los auditorios del IED en Barcelona. El sitio está colmado: no hay asientos disponibles en las primeras filas para escuchar la charla de Frank Stephenson, jefe de diseño de McLaren. No le queda otra que quedarse al fondo del salón y prestar atención a la disertación del creador del Mini Cooper moderno. Stephenson es alto, canoso y carismático. Es considerado uno de los mejores diseñadores de autos del planeta. Hace énfasis en los procesos, las decisiones y, para terminar, cuenta una anécdota sobre cómo creó el modelo a escala real del Mini Cooper. Después de terminar el vehículo se dio cuenta de que no tenía caño de escape. Entonces agarró dos latas de cerveza Budweiser, las pintó y las incorporó a la parte trasera del auto. Lo presentó de esa manera y ganó el concurso. Una vez que el proveedor le pidió detalles de la pieza, el diseñador le entregó una lata. El público lo ovaciona y se ríe. La charla finaliza y muchos jóvenes se acercan a Stephenson para dejarle su portfolio. Palazzo está lejos, pero la chispa de la creatividad lo invade en el momento justo. Empieza a hacerle señas desde el fondo y Stephenson lo ve. Comienza a caminar hacia él y el encuentro se da de inmediato. “Me llamo Esteban Palazzo, soy abogado y represento a Budweiser. Usted está relatando en público una anécdota de un diseño registrado sin consentimiento de la compañía. Es una anécdota muy colorida, pero no puede contar esto en público”, le dice el tucumano. Stephenson se queda en silencio. “No voy a discutir contigo sobre esto”, contesta. “Yo tampoco, porque no soy abogado”, responde Palazzo. Stephenson sonríe. “¿Quién eres?”, le consulta el estadounidense. Palazzo le cuenta parte de su historia, y el directivo de McLaren le entrega su tarjeta personal.
4. “Satisfactoria”: El McLaren senna fue su creación más grande
Corre el año 2017. La escena transcurre en un pequeño y sombrío anfiteatro en la sede principal de McLaren, en Woking. Viviane y Bruno Senna, hermana y sobrino del legendario Ayrton Senna, ocupan las primeras filas. Ambos han sido convocados por McLaren, que desde hacía tiempo trabajaba en un homenaje para honrar la memoria del tricampeón mundial de Fórmula 1 (1988, 1990 y 1991). El encargado del proyecto es Esteban Palazzo, un tucumano fanático del automovilismo en todas sus formas. Ya había diseñado modelos como el 650S GT y el 675LT, pero esta tarea representa el mayor desafío de su carrera: el McLaren Senna. El hypercar promete ser la mejor máquina creada por McLaren: pesa 1.198 kilos, está construido en fibra de carbono y supera los 200 kilómetros por hora en 6,8 segundos. La velocidad máxima será de 340 km/h. El diseño es un misterio únicamente conocido por Palazzo y la empresa. La familia Senna será la primera en enterarse de los detalles de la nueva máquina. Las luces se apagan por completo y, poco a poco, se presenta la silueta del vehículo. Un alerón, una trompa puntiaguda y las puertas de tijera —que se abren hacia arriba— destacan de inmediato. El modelo, en su versión verdeamarela, plasma la identidad brasileña del coche. Las luces del anfiteatro se encienden. Todo queda en silencio. El miedo, los nervios y las dudas invaden la mente de Palazzo. “No les gustó”, piensa. Intenta pasar desapercibido, sin hacer ruido. Es llamado por la familia Senna. Viviane tiene lágrimas en los ojos. Bruno también. Ambos lo abrazan. “Si Ayrton hubiese diseñado un auto, hubiese sido este”, le dicen. Las palabras son justas y necesarias. Intenta contener la emoción, pero la sensación de satisfacción es inigualable. Acaba de crear un vehículo irrepetible y, sobre todo, de vivir un momento único. “¡Ojalá le haya sacado una sonrisa a Ayrton!”, reflexiona.
5. ¿Habrá nuevos dibujos?: el diseñador comenzó su etapa independiente
Palazzo atraviesa una etapa distinta. Sigue con su pasión por los autos, aunque también disfruta de otros placeres. Está en Tucumán de vacaciones, reencontrándose con sus seres queridos y viendo carreras de automovilismo. Habla del accidente de Jack Doohan, de las chances de Colapinto, de las 24 horas de Le Mans, de los IndyCars... Está en una faceta distendida. El año pasado tomó una decisión drástica: renunció a McLaren después de 14 años en la empresa. “Estaba en una zona de confort muy tóxica. Entré en crisis y sentí que era el momento de un cambio”, dice. Desde entonces, se abocó por completo al desarrollo de Palazzo Design Nation, un emprendimiento propio con el que busca diseñar vehículos para distintas marcas. Actualmente está trabajando para una firma de Medio Oriente, aunque prefiere mantener en reserva los detalles de sus nuevos desarrollos. Está orgulloso del camino recorrido, aunque todavía cree que quedan muchas hojas por abollar e ideas que plasmar. No se conforma con lo vivido y quiere mucho más. Este es el motivo por el que no encuentra un quinto adjetivo para definir esta etapa. Prefiere no ponerle nombre ni calificarla. Quiere que la vida lo siga sorprendiendo con nuevos desafíos, aunque conserva la misma esencia de cuando era niño: saca su cuaderno, dibuja sus ideas e intenta llevarlas lo más lejos posible. Sabe que este no es el trazo final y todavía le quedan varias curvas por recorrer.